María Cuneo
Niños
y adolescentes de todo el mundo ven su infancia como un sueño perdido
porque deben trabajar. Se los puede ver vendiendo diarios, acomodando bolsas
en los supermercados, vendiendo estampitas o, lo que es peor, prostituyéndose.
La Conversión de los Derechos de la Infancia en 1989 obliga a los gobiernos
a proteger a los niños de la explotación económica
y de realizar ningún trabajo que pueda ser peligroso para la salud
física, mental o espiritual del niño o para su desarrollo social.
El ingreso al trabajo infantil viene vinculado a una situación de pobreza
extrema derivada de la crisis económica más la mala política
de algunos gobiernos.
La Declaración de los Derechos Humanos del Niño, proclamada
el 20 de noviembre de 1959 postula:
La humanidad debe al niño lo mejor que pueda darle
El niño gozará de una protección especial y dispondrá
de oportunidades y servicios, dispensando todo ello por la ley y por otros
medios, para que pueda desarrollarse física, mental, moral, espiritual
y socialmente en forma saludable y normal, así como en condiciones
de libertad y dignidad
El niño debe ser protegido contra toda forma de abandono, crueldad
y explotación.
En cuanto al
concepto de trabajo infantil UNICEF diferencia dos tipologías de niños
que trabajan. La primera hace referencia sobre aquellos menores que dentro
de las familias campesinas o artesanas trabajan para ellas mismas, y que por
la situación de pobreza que atraviesan, la falta de infraestructura
o la ausencia de garantías sociales necesitan de brazos infantiles.
El niño puede trabajar todo el tiempo, pero no se puede hablar de explotación
sino de miseria.
El segundo tipo de trabajo infantil que destaca UNICEF incluye a aquellos
niños que son explotados por un patrón externo a la familia,
que muchas veces se tratan de empresas multinacionales. Como es el caso de
las minas en Colombia en donde los pasillos son bajos y estrechos, por lo
que los propietarios encuentran en los niños los trabajadores de tamaño
ideal. Su trabajo consiste en cargar pesados sacos de carbón en sus
espaldas, dentro de un lugar que produce dificultades para respirar. Otro
caso es el de Pakistán donde hay más de siete mil menores de
14 años que trabajan en las fábricas realizando pelotas de fútbol
y ganando sólo 0,6 dólares por trabajo terminado.
Sumado a las malas condiciones de vida antes mencionadas, una derivación
importante del trabajo en los menores, es la cantidad de chicos que deben
abandonar sus estudios para poder seguir trabajando en tiempo de clases. Esto
no sólo afecta la alfabetización, sino que impide a esos menores
tener un futuro digno, con un trabajo mejor y poder desarrollarse en una sociedad
tan castigada económica, social y culturalmente.
La lista de trabajos realizados por los niños en Latinoamérica
comienza en el sector de la agricultura, seguido por el servicio doméstico,
la pesca y la manufactura. Una diferencia fundamental recae en que los niños
que ayudan a sus padres en trabajos de tambo, agricultura y cosecha, continúan
con sus estudios básicos y los mismos productores agropecuarios no
avalan el trabajo infantil a pesar de que ello existe.
La Organización Interacional del Trabajo (OIT) señala que entre
las formas más graves de explotación infantil se encuentran
el reclutamiento de niños soldados, la venta y trata de menores, la
prostitución de niños y niñas por parte de adultos y
su utilización para actividades ilícitas.
De acuerdo a datos extraídos del sitio oficial de UNICEF, alrededor
de 246 millones de niños y niñas están sometidos al trabajo
infantil, y cerca de un 70% (alrededor de 171 millones) realizan actividades
en condiciones peligrosas que incluyen el trabajo en minas y canteras y el
trabajo con químicos y pesticidas o con máquinas peligrosas.
La OIT estableció el 12 de junio como el día Mundial contra
el Trabajo Infantil como día anual para destacar el movimiento
mundial en favor de la erradicación del trabajo infantil, especialmente
en sus peores formas.
Cada año se intenta promover la participación internacional
y realizar en distintas cedes de la OIT, incluso la de Ginebra, actividades
culturales y recreativas como obras de teatro, muestras de artes y musicales.
Se ven implicados en las actividades mundiales los gobiernos, trabajadores,
organismos de las Naciones Unidas, organizaciones de sociedades civiles, entre
otras.
Si bien es cierto que el trabajo infantil está disminuyendo, hay dos
circunstancias actuales que lo afectan de manera negativa. La más global
de ellas es la crisis económica que se viene agravando en todos los
continentes y que hace necesarias más horas de trabajo y empuja a los
niños y niñas a participar de él.
Por otra parte, aunque también vinculada a la crisis mencionada, la
deficiencia en la educación genera mayor empleo de menores quienes
al quedar excluidos de los niveles de escolaridad básicos pasan su
tiempo en la calle vagando o realizando trabajos pequeños pero no por
ello menos duros.
En estas circunstancias es sumamente necesario un sistema educativo que proclame
la participación, la igualdad y que enseñe que se puede llegar
lejos con respeto y voluntad de aprendizaje. Pero con la deficiencia
edilicia, los docentes en conflicto con el gobierno por sus salarios y el
costo de los útiles escolares, hacen que los alumnos no puedan acceder
a la educación básica. El trabajo infantil quita la infancia
a los niños y los convierte en pequeños adultos sin esperanzas
de desarrollo ni crecimiento personal. Los priva de los juegos, el tiempo
de ocio y el compañerismo familiar.
JULIO 2009.