La vigencia no es sólo legal.
Por Eugenia Cima
La
nueva Ley de Servicios Audiovisuales no deja de generar debates. Si el fin
del proyecto era incluir nuevas voces, al menos ya cumple en abrir lugares
para el dialogo y la conciencia. En esta oportunidad, en la UADE se destinó
el auditorio para conversar junto a los alumnos sobre los artículos
claves y más polémicos.
Silvina Thernes y Federico Vives, docentes de la facultad, fueron los encargados
de explicar la parte técnica de la ley. La profesora se mostró
más entusiasmada con los beneficios que otorga la renovación
de una regulación que se ajusta a los nuevos medios de comunicación
sobre otra, que con diferentes reformas se mantenía desde la última
dictadura, y que ya parecía obsoleta para el escenario actual. Desde
su verborragia se encolumnó detrás de la apertura de las licencias
(o autorizaciones) para el sector social, que tendrá un tercio del
total, al igual que las entidades públicas y el sector privado
los otros dos grupos con acceso y de la creación de la Autoridad
Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) por la diversidad
en su composión para la regulación de los medios.
Vives coincidió en que se dio un gran paso para mejorar el panorama
anterior, pero no ocultó sus dudas en cuanto a la efectividad que tendrá
la Ley si no es controlada como corresponde o si se ejerce algún tipo
de presión sobre empresas para que respondan a un determinado interés.
Además resaltó lo difuso que es el artículo que establece
qué se regula por la gran cantidad de divisiones que usa para abarcar
a los diferentes soportes técnicos.
Los alumnos coincidieron o no, pero sobre todo expresaron sus dudas y dieron
pie para profundizar el conocimiento sobre las razones de las críticas
y de las adhesiones. Se consultó sobre la reoganización de la
grilla, la reglamentación de la publicadad y el tiempo destinado para
la misma, la obligación de incluir determinados contenidos durante
la programación diaria y de cómo llevar a cabo las tareas de
control de cumplimiento de las normas.
La ley ya está en marcha. La sociedad sigue generando espacios para
debatir con total libertad de expresión, y eso le otorga aún
más vigencia e inclusión, a pesar de tener atículos que
todavía siguen en suspenso.